Casi cuarenta años después de la muerte de Pablo Neruda, la justicia chilena investigará si el poeta murió de cáncer o fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet el 23 de setiembre de 1973, pocos días después del golpe militar.
En tal sentido, se ha encargado la tarea a un equipo multidisciplinario de forenses chilenos y extranjeros, el cual tratará de determinar la verdad de los hechos.
Existen contradicciones entre quienes están convencidos de que un cáncer de próstata terminó con la vida de Neruda, y quienes sostienen que recibió una inyección letal de agentes de la dictadura.
Esta última posibilidad fue planteada por Manuel Araya, quien fuera chófer del poeta, en una entrevista en el año 2011. A partir de allí, tras la presentación de una querella judicial, se abrió la investigación.
Según Araya, Neruda había aceptado el refugio que le ofreció México tras el golpe y se aprestaba a viajar a ese país para involucrarse activamente en la lucha política contra el régimen, apelando a su prestigio internacional.